Naciones Unidas- Human Rights

lunes, 16 de febrero de 2009

Testimonios

Testimonios recogidos durante una visita de investigación de Amnistía Internacional a las regiones de Ituri y Kivu septentrional (junio y julio 2003). Algunos de estos niños han sido desmovilizados, aunque dada la actual situación en Ituri, todos ellos corren el riesgo de ser reclutados de nuevo y de sufrir otras violaciones de derechos humanos.
Se han cambiado o eliminado los nombres y otros datos de identificación de los niños.
Sylvain : Testimonio Nº 1
Sylvain tiene ahora 11 años. Su padre es del grupo étnico hema y su madre del alur. Él procede de Fataki, en la región de Ituri, y se enroló en la UPC cuando tenía nueve años.

Se enroló sobre la marcha un domingo, cuando al volver a su casa después de asistir a misa en la iglesia local, descubrió que sus padres habían desaparecido tras un ataque de la milicia lendu. Sin sus padres, pensó que enrolarse en la UPC era su única fuente de protección y posibilidad de supervivencia.

Pasó siete meses en el campamento militar de instrucción de la UPC de Mandro, cerca de Bunia. Sus instructores, dijo a Amnistía Internacional, eran ruandeses y ugandeses, y las armas que le dieron procedían de Ruanda.

Tras la instrucción, fue enviado a combatir. Luchó contra el ejército ugandés en Bunia en marzo de 2003, y antes en Komanda, contra la RCD-ML y la milicia lendu. Dijo a AI que al principio los combates no le daban miedo, porque no entendía que podía morir en el frente. Su primera experiencia de combate fue en Komanda, donde el enemigo, soldados pertenecientes a la RCD-ML, era mucho más fuerte y puso en fuga a su unidad. Su comandante fue capturado y ejecutado, y el resto de su grupo huyó a la espesura.

Cuando regresaron a su base, fueron enviados inmediatamente a combatir a Lipri y Loga. La primera vez que mató, la sangre le salpicó la cabeza y tuvo miedo. Después, matar se convirtió en una rutina. Mató a soldados ugandeses y de la RCD-ML y estaba orgulloso de haberlo hecho.

Cuando lo desmovilizaron, añoró mucho el ejército. Pero ahora se está acostumbrando a su nueva vida. Cuando la situación lo permita, le gustaría vivir con su madre, a la que han localizado. Pero durante mucho tiempo se negó a pensar siquiera en sus padres, porque le causaba mucho dolor.

Quiere estudiar y después aprender un oficio. Los estudios son importantes para él porque "hay que tener inteligencia en la vida y sólo los estudios te permiten adquirir esa inteligencia." Desea que la guerra termine, y que termine pronto.

Sylvain está lleno de cicatrices de sus experiencias en combate, y su salud es precaria. Desde su primer año como soldado, sufre dolores de cabeza reiterados, acompañados de mareos y dificultades para respirar. Pese a ello, sus comandantes siguieron enviándolo a luchar. Mientras era entrevistado por AI, sufrió uno de estos mareos y se hicieron gestiones para llevarlo a un centro de salud próximo, pero la atención médica disponible en esta región devastada es muy básica. "Volverá con los mismos comprimidos que les dan a todos", comentó su tutor.

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